Por Javier Pemueller / Director Comercial WTW Guatemala
En el marco del Día Mundial de la Salud Mental, celebrado cada 10 de octubre, es necesario detenernos a reflexionar sobre cómo el entorno laboral influye de manera significativa en el bienestar emocional de los empleados. Las empresas tienen un rol fundamental en la creación de espacios que promuevan la salud integral, un elemento crucial no solo para el éxito organizacional, sino también para la vida personal de sus trabajadores.
El trabajo representa una parte esencial en la vida de cualquier persona. Además de ser una fuente de ingresos, se convierte en un espacio de desarrollo personal y social. No obstante, cuando el entorno laboral no favorece un equilibrio saludable, los efectos en la salud emocional de los empleados pueden ser devastadores.
Los resultados de la reciente Encuesta de Diagnóstico de Bienestar Laboral 2024 de WTW evidencian esta realidad: el 47% de los empleados reporta enfrentar dificultades en al menos dos de las cuatro dimensiones del bienestar (emocional, financiero, social y físico), siendo las dos primeras las que más impacto señalaron los trabajadores.
Estos datos resaltan una verdad alarmante: el bienestar emocional debe ser una prioridad. Problemas como el estrés, la ansiedad y las preocupaciones financieras continúan afectando negativamente tanto el rendimiento laboral como la calidad de vida de los empleados. Esto nos recuerda que el bienestar es una estructura interconectada, donde un desbalance en una dimensión afecta inevitablemente a las otras.
Por ejemplo, el agotamiento físico o las enfermedades derivadas del estrés pueden tener un impacto profundo en la salud mental. Del mismo modo, la inseguridad financiera, identificada como una de las principales causas de preocupación, puede generar altos niveles de angustia emocional, afectando la productividad y aumentando los niveles de estrés. En el ámbito social, la falta de apoyo o el aislamiento agravan problemas emocionales como la ansiedad y la depresión.
Por ello, es indispensable que las empresas asuman el bienestar emocional de sus empleados como una responsabilidad clave. Invertir en la salud integral de los colaboradores no solo mejora la retención de talento y eleva la productividad, sino que también refuerza el compromiso y la lealtad hacia la organización. Todo ello contribuye, en última instancia, a mejores resultados financieros y a una cultura organizacional más sólida y cohesionada.
Ahora bien, ¿qué acciones concretas pueden tomar las empresas para fomentar este bienestar?
- Realizar diagnósticos internos que identifiquen las principales necesidades de los empleados.
- Desarrollar e implementar programas de bienestar integral que incluyan las cuatro dimensiones: emocional, física, social y financiera.
- Capacitar a los líderes para que puedan apoyar el bienestar de sus equipos de forma efectiva. Un liderazgo informado y empático puede marcar la diferencia en la calidad del entorno laboral.
- Fomentar una cultura de comunicación abierta, donde tanto líderes como empleados puedan dialogar sobre el bienestar y sus necesidades. Es esencial que estos programas no solo existan, sino que sean accesibles y visibles para todos.
La salud mental no es solo una cuestión de moda o un extra opcional, sino una inversión estratégica en el motor de la empresa: su gente. Al cuidar de nuestros colaboradores, fortalecemos a las organizaciones desde su núcleo.
En este Día Mundial de la Salud Mental, hago un llamado a los empleadores a reconsiderar sus entornos laborales. Crear espacios que promuevan el bienestar integral es una responsabilidad empresarial y una decisión estratégica que conduce al éxito sostenido.