Guatemala se prepara para volver al espacio
El entusiasmo de Víctor Hugo Ayerdi por la ingeniería aeroespacial transformó su vida, la de muchos jóvenes estudiantes y la perspectiva de Guatemala en su búsqueda por conquistar el espacio. Liderar el desarrollo del primer nanosatélite guatemalteco llevado al espacio, Quetzal-1, es una experiencia que relata con orgullo, consciente de todos los obstáculos que debieron enfrentar, pero con la convicción de que todo es posible.
El proyecto Quetzal-1 se inició con cuatro estudiantes de ingeniería de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG) en 2014, quienes creyeron en lo que en ese momento se consideraba imposible para el país. A pesar de contar con un presupuesto limitado y enfrentarse a numerosos obstáculos desmotivadores, persistieron en su empeño hasta lograr el lanzamiento exitoso en abril de 2020.
Poco a poco, el equipo fue creciendo, llegando a conformar un grupo de alrededor de 100 personas, en el que el 70 % eran estudiantes que compartían la visión del potencial de Guatemala para incursionar en el espacio. Estudiantes de diversas disciplinas, como ingeniería mecánica, mecánica industrial, mecatrónica, electrónica, computación e ingeniería industrial, e incluso de la licenciatura en comunicación, tuvieron la oportunidad de participar en este proyecto único.
El impacto del Quetzal-1 en el país, las nuevas generaciones y el mundo es significativo. En 2023, se liberó el diseño de las placas electrónicas, la programación y el código utilizado para probar el satélite, así como los casi 85 mil paquetes de información enviados por el mismo. Estos recursos se presentan como valiosos para aquellos interesados en desarrollar futuros satélites.
Ayerdi, Ingeniero Mecánico Industrial con una maestría en reingeniería y un posgrado en mercadeo, ocupa actualmente el cargo de jefe del Departamento de Ingeniería Mecánica de la UVG. Desde esta posición, ha implementado metodologías activas de aprendizaje, introduciendo la innovación para el desarrollo y los markerspaces.
La contribución de Víctor Hugo Ayerdi va más allá del éxito del Quetzal-1, abriendo senderos para futuros proyectos e inspirando a las generaciones venideras a alcanzar nuevas alturas en el campo de la ingeniería aeroespacial en Guatemala. En su rol como gerente del proyecto ASPIRE en la UVG, se enfoca en la creación de capacidades para llevar a cabo investigaciones de alta calidad e innovación pertinente, abordando los retos regionales y locales.
Adicionalmente, Ayerdi despliega esfuerzos significativos para promover el equilibrio de género en la ingeniería mediante la organización del curso anual “Mujeres en Ingeniería”, el cual ha sido un motivador clave para que las niñas continúen sus estudios en este campo.
Su pasión por la ingeniería espacial se refleja en la manera en que la transmite a la juventud con la que colabora en sus proyectos, abriéndoles una puerta inmensa a ciencias y tecnologías desconocidas.
Este compromiso con la promoción de la ingeniería espacial, un campo relativamente poco explorado en Guatemala, le valió el reconocimiento con la Medalla de Ciencia y Tecnología 2022, otorgada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y el Congreso de la República.
¿Cuál considera que es el mayor aporte que ha dejado a Guatemala sus proyectos?
He tenido la dicha de ser parte de varios equipos muy buenos, tengo bien claro que lo que hemos logrado es por un trabajo en equipo que al final lo que ha buscado es motivar a más jóvenes, a más niños y niñas a estudiar carreras enfocadas en ciencias e ingeniería y creo que eso es importante.
La ingeniería es básicamente para resolver problemas.En la medida que tengamos más ingenieros, más científicos, vamos a tener mejores capacidades para resolverlos problemas que nos aquejan.
¿Qué impacto generó para Guatemala el lanzamiento de Quetzal – 1?
El cambio de mentalidad es uno de los logros más relevantes, porque antes de ese proyecto era difícil pensar que Guatemala tuviera la capacidad de hacer y llevar un satélite en el espacio. Con el proyecto quedó demostrado que jóvenes guatemaltecos podían hacerlo. Las nuevas generaciones están interesadas en estos campos y vienen ahora pidiendo trabajar en el Quetzal-2 o en otro satélite porque están convencidos que es algo que sí se puede hacer y eso definitivamente es gracias al éxito alcanzado con el Quetzal 1.
La información que dejó el satélite también fue muy valiosa y útil para que Guatemala haga un segundo satélite.
Este año liberamos toda la información que el satélite envió, casi 85 mil paquetes de datos entre ellos la temperatura a la que estaban los componentes en el espacio. Liberamos el diseño de las placas electrónicas, la programación, el código con el cual se probó el satélite, todo eso está disponible en línea, pueden acceder a la página web del proyecto. Esta información permite que otros guatemaltecos interesados puedan crear un satélite y no tienen que empezar de cero ya que la información ya esta disponible.
¿Qué aportes le dejó el proyecto Quetzal-1 a los estudiantes y quiénes formaron parte del equipo?
El Quetzal 1 fue producto del trabajo de más de cien personas,el 70% fueron estudiantes de la Universidad del Valle de Guatemala. También participaron docenes y asesores que de forma voluntaria nos apoyaron quienes trabajan en el campo espacial en el exterior, de ese gran grupo de estudiantes tuvimos varias generaciones.
Comenzamos en el 2014 con solo cuatro estudiantes. Poco a poco, fueron relevados por otras generaciones de estudiantes que trabajaban un año, y luego otro grupo continuaba el trabajo donde lo habían dejado los anteriores. En el punto más alto, llegamos a tener entre 40 y 50 estudiantes. Fue en el 2018 cuando ganamos la competencia KiboCUBE, para la cual ya teníamos un compromiso y fechas establecidas para entregar el satélite. En ese momento, se unió un buen número de estudiantes voluntarios para trabajar en el proyecto.
¿Qué cantidad de mujeres participaron en el proyecto?
Más o menos el 10% de las personas que participaron eran mujeres. En ese entonces, este porcentaje era muy similar al de mujeres que teníamos en carreras como ingeniería mecánica. De hecho, mecánica era la carrera que menos mujeres tenía en la universidad en el año 2018.
Al observar el impacto que estas mujeres estaban teniendo en el proyecto, nos dimos cuenta de que podríamos trabajar en programas destinados a buscar un mayor equilibrio de género, especialmente en carreras como mecánica, mecatrónica y electrónica. A partir del 2018, con el apoyo de Estados Unidos, iniciamos el curso anual de Mujeres en Ingeniería. Este curso está dirigido a estudiantes mujeres de 12 a 19 años, con el objetivo de que conozcan las posibilidades que ofrece la ingeniería y se interesen por este campo.
¿Existe un proyecto de un Quetzal-2?
Si queremos llevar a cabo el proyecto Quetzal-2, aún no tengo certeza sobre cuándo lo iniciaremos oficialmente. Por ahora, en el laboratorio, ya estamos trabajando en componentes que posiblemente formarán parte del Quetzal-2.
En el caso del Quetzal-1, en el laboratorio desarrollamos el 70% del satélite, mientras que el otro 30% consistió en componentes y módulos adquiridos a proveedores que ya los habían desarrollado y probado en el espacio. Para el Quetzal-2, la idea es abordar algunos de esos módulos que no desarrollamos para el Quetzal-1. Actualmente, estamos trabajando en varios de ellos y, en su momento, decidiremos cuáles probaremos en este nuevo proyecto.
¿Qué falta para que Guatemala se convierta en un proveedor de componentes que puedan ser enviados al espacio?
Creo que el siguiente paso es tener una visión clara de esta oportunidad de oro. Necesitamos reconocer que desarrollar capacidades en temas espaciales en Guatemala es una oportunidad estratégica, ya que la industria espacial y de satélites en el mundo genera alrededor de 380 mil millones de dólares anuales, y actualmente Guatemala no recibe ni un dólar de esa cifra.
Los jóvenes que están trabajando en el laboratorio, aprendiendo sobre estos temas, pueden ser la clave para el futuro establecimiento de empresas guatemaltecas que diseñen y fabriquen componentes para satélites. Esto no solo abriría la puerta a nuevos ingresos para el país, sino que también generaría empleo en un campo en el que actualmente no participamos.
Para avanzar en esta dirección, es esencial que reconozcamos que este es el siguiente paso crucial. No se trata simplemente de enviar satélites al espacio para recibir datos; más allá de eso, representa una oportunidad dorada para que Guatemala incursione en un nuevo campo, establezca oportunidades, genere empleo y obtenga fondos para apoyar a los jóvenes emprendedores en este camino hacia el éxito. Este enfoque estratégico y la inversión en la formación y desarrollo de capacidades pueden ser los pilares que impulsen a Guatemala hacia una posición destacada como proveedor de componentes espaciales en el futuro.
¿Cuál es el campo laboral de la ingeniería mecánica en Guatemala?
La ingeniería mecánica en Guatemala no es muy conocida. Muchas personas tienen la percepción errónea de que un ingeniero mecánico es alguien lleno de grasa, trabajando debajo de un automóvil. Aunque los automóviles representan un ejemplo de ingeniería mecánica, esta disciplina abarca un campo mucho más amplio. De hecho, la ingeniería mecánica es una de las dos ramas de la ingeniería con la mayor cantidad de profesionales en el mundo, especialmente en países desarrollados.
La ingeniería mecánica es una disciplina robusta y esencial por varias razones. Aunque se asocia comúnmente con máquinas, su alcance es mucho más amplio. Es responsable de trabajar en el diseño y funcionamiento de una amplia gama de máquinas. En un mundo donde casi todo lo que nos rodea es fabricado por máquinas, la ingeniería mecánica desempeña un papel fundamental en su creación y funcionamiento.
Esta disciplina es clave para la innovación y la transformación de la energía, aspectos fundamentales para el desarrollo mundial. La ingeniería mecánica también juega un papel crucial en abordar desafíos contemporáneos, como el calentamiento global, siendo parte integral de soluciones sostenibles.
En la Universidad del Valle, aspiramos a formar estudiantes de ingeniería mecánica que sean los creadores de las máquinas del futuro. Nuestro objetivo es preparar profesionales capaces de resolver problemas, desarrollar productos mejorados y contribuir al bienestar de la sociedad.
¿Cómo laingeniería mecánica puede contribuir en Guatemala o en qué áreas?
En Guatemala, la ingeniería mecánica desempeña un papel integral en diversas áreas. En primer lugar, asegura el funcionamiento de las máquinas que utilizamos diariamente. Si visitamos un supermercado, encontramos una variedad de productos fabricados en plantas industriales y transportados a través de flotas de vehículos, lo cual es posible gracias al trabajo de ingenieros mecánicos.
La generación de energía, otro aspecto esencial para la sociedad, también cuenta con la contribución de ingenieros mecánicos. Estos profesionales se encargan de diseñar y mantener las máquinas que producen la energía que consumimos.
Además, la ingeniería mecánica juega un papel crucial en la innovación. Se encarga de diseñar y fabricar nuevas máquinas adaptadas a nuestras necesidades, así como de realizar el diseño y rediseño de máquinas existentes. El campo de acción de la ingeniería mecánica es amplio e incluye industria, manufactura, diseño mecánico, análisis, transferencia de calor, creación de materiales compuestos, entre otros. En resumen, la ingeniería mecánica en Guatemala tiene un potencial significativo y contribuye de manera fundamental a diversos aspectos de la vida cotidiana y el desarrollo del país.
¿En qué proyecto trabaja actualmente?
Actualmente, estoy a cargo del proyecto de Alianzas Sostenibles para la Innovación, Investigación y Emprendimiento, conocido como ASPIRE. Este proyecto se lleva a cabo con el respaldo de Estados Unidos y tiene un plazo de cinco años, con un financiamiento de 15 millones de dólares. Es liderado por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y se desarrolla en colaboración con la Asociación Guatemalteca de Exportadores (AGEXPORT).
El objetivo principal de ASPIRE es formar capacidades, convirtiendo a la Universidad en un centro modelo para contribuir a la resolución de problemas locales a través de la innovación, la investigación y el emprendimiento. Este enfoque busca impulsar el desarrollo sostenible y fomentar soluciones creativas y efectivas para los desafíos que enfrenta la comunidad local. La asociación con instituciones de renombre como el MIT y la colaboración con AGEXPORT fortalecen la capacidad de la Universidad para liderar iniciativas significativas que beneficien tanto a nivel local como global.
¿Cómo ha impactado el programa ASPIRE?
Hasta ahora, hemos llevado a cabo diversas actividades en el marco del proyecto, que se enfoca en cuatro objetivos principales. En primer lugar, nuestro objetivo es formar capacidades mediante entrenamiento, permitiendo que las personas innoven a través de métodos como el diseño participativo e innovación inclusiva. Estas capacitaciones se han llevado a cabo tanto en la Universidad, a través de stands, como en comunidades externas.
El segundo objetivo se centra en fortalecer capacidades en investigación, innovación y emprendimiento. Estamos respaldando varios proyectos de investigación en colaboración con AGEXPORT para mejorar cadenas de valor específicas. También estamos fortaleciendo el UVG Crea, que es el centro de emprendimiento de la Universidad. Hemos implementado una serie de actividades denominadas “El Camino del Emprendedor”, donde capacitamos a emprendedores en etapas tempranas, incluyendo la transferencia de metodologías para mentorías de emprendimiento del MIT.
El tercer objetivo se relaciona con colaboraciones, transferencias tecnológicas y el uso de los resultados de la investigación. Estamos explorando los mejores mecanismos para desarrollar productos conjuntos con socios externos, promoviendo la colaboración y la aplicación práctica de los conocimientos generados.
Por último, el cuarto objetivo busca fortalecer la cultura y sistemas internos de la universidad para apoyar la innovación, investigación y emprendimiento. A través de un diagnóstico, hemos identificado áreas de mejora y estamos implementando acciones para fomentar una cultura de innovación y creatividad en toda la institución. Estamos comprometidos con la construcción de un entorno propicio para la investigación y el desarrollo emprendedor en la Universidad.
¿Cuál es el objetivo de curso anual mujeres en ingeniería?
El programa “Mujeres en Ingeniería” es un curso de una semana que realizamos anualmente. Hemos diseñado este curso como una actividad durante las vacaciones dirigida a niñas que están en nivel medio y diversificado, con el objetivo principal de introducirlas de manera práctica y amena al mundo de la ingeniería.
Este curso se centra principalmente en la elaboración de proyectos, y durante su desarrollo, les explicamos diversos temas de ingeniería. Entre ellos, abordamos cómo se fabrican las cosas, qué componentes integran las máquinas, cómo se transforma la energía, y cómo la ingeniería puede ser utilizada para resolver problemas sociales. También exploramos el funcionamiento de la electrónica y discutimos conceptos como los nanosatélites, mostrándoles cómo se obtiene información de ellos. El objetivo es proporcionarles una comprensión básica de estas carreras y motivarlas e inspirarlas para que consideren estudiar ingeniería.
A menudo, las jóvenes no eligen carreras en ingeniería simplemente porque no las conocen o tienen conceptos erróneos acerca de ellas. El propósito de este curso es presentarles la ingeniería de una manera divertida y agradable, para que tengan una idea más clara de estas disciplinas y se sientan motivadas a explorar y considerar estas carreras en su futuro académico y profesional.
¿Qué resultados han tenido con este curso?
Ha sido un curso muy exitoso; este es el séptimo año que se realiza, y eso nos ha ayudado mucho. Este año, alcanzamos un récord de ingreso de mujeres en el departamento de ingeniería mecánica, con un 28%, casi cuatro veces más que el 7% que teníamos en 2017. Cada año, observamos un aumento en la participación de mujeres, e incluso estamos considerando la posibilidad de transferir el programa a otras instituciones.
Contamos con muchas exalumnas del curso que ahora están estudiando en la universidad y decidieron cursar ingeniería debido a esta experiencia. Creo que ha sido un motivador eficaz para inspirar a más mujeres a estudiar estos programas. Este año, hemos recibido varias solicitudes de otras instituciones para transferirles el curso y estamos trabajando en desarrollar un toolkit libre que pueda ser utilizado por cualquier institución interesada en replicarlo en el futuro.
Hemos contado con la participación de más de 1,600 estudiantes en el curso, con más de 10,000 solicitudes en los siete años que llevamos ofreciéndolo. Debido a esta alta demanda, nos interesa mucho transferir el curso a otras instituciones, ya que actualmente no damos abasto para brindarle la oportunidad a todas las niñas interesadas en participar.
Estamos explorando la posibilidad de colaborar con instituciones educativas y organizaciones para facilitar la replicación del curso en otros lugares.