• Seis de cada 10 niños que se identifican como migrantes (55,7%) y la mitad (49,8%) de los niños afrodescendientes declaran haber experimentado inseguridad alimentaria durante los últimos seis meses
  • 11.740 niños y niñas participaron en consulta regional sobre Hambre, malnutrición y cambio climático
  • 18% de los niños dice que “nunca” reciben comida saludable en la escuela
  • Niños recomiendan incentivos económicos como parte de los programas de asistencia alimentaria e implementar programas de educación sobre alimentación saludable

Ciudad de Guatemala, julio de 2024. La niñez migrante y la afrodescendiente es la más vulnerable a la inseguridad alimentaria en Latinoamérica y el Caribe(LAC), según se desprende de la consulta regional “Voces de la Infancia: explorando el derecho humano a la alimentación y el cambio climático” realizado por World Vision, en ocasión del lanzamiento de su campaña contra el Hambre y la Malnutrición, SUFICIENTE.

“Latinoamérica y el Caribe producen 1 de cada 3 toneladas de alimentos disponibles en el mundo y somos responsables del 25% de la producción agrícola global; aun así, 43,2 millones de personas sufren de hambre en nuestra región. A esa realidad le estamos diciendo SUFICIENTE”, expresó Joao Diniz, Líder Regional de World Vision en LAC.

MINORÍAS ÉTNICAS Y MIGRANTES EN PELIGRO

Seis de cada diez niños que se identifican como migrantes, la mitad de los niños y niñas afrodescendientes (49,85)y 37,6% de los niños y niñas indígenas que participaron en la consulta afirmaron haber experimentado inseguridad alimentaria en los últimos seis meses; es decir, no tuvieron un acceso regular a alimentos saludables y nutritivos. Un 40% de quienes respondieron reportaron situaciones frecuentes de cuidadores saltándose comidas (40%) y pedir ayuda para obtener comida (40%).

La consulta recogió las opiniones de 11.740 niños y niñas entre los 6 y 17 años y 7.542 adultos en 15 países. SUFICIENTE, la campaña global de World Vision, busca concientizar sobre el incremento en el hambre y la malnutrición infantil. FAO estima que la pobreza, la desigualdad y el cambio climático detonaron un retroceso de 12 años en materia de lucha contra el hambre.

En el caso de la niñez migrante, 40% dijo que sus padres o cuidadores debieron saltarse una comida o pedir ayuda a familiares o conocidos para proveer alimentos a sus hijos. Asimismo, uno de cada diez niños de este grupo expresó que solo come una vez al día. En el caso de los niños y niñas afrodescendientes, 3 de cada 4 recibe menos de 3 comidas diarias, según la investigación.

El 65% de los niños consultados y el 76% de los adultos participantes señalaron que los bajos ingresos, o la falta de estos en el grupo familiar son la principal barrera de acceso para obtener alimentos. Nuestra región, precisamente, es la que tiene el costo más alto para tener una dieta saludable (con US$4,06 en LAC, versus US$3,60 en el resto del mundo).

“El hambre y la malnutrición lastiman la dignidad, la salud y compromete las oportunidades de millones de niños y niñas. Por hambre, las familias migran; los niños y niñas abandonan la escuela y se ven atrapados en redes de trabajo infantil. Por hambre, los niños y las niñas son víctimas de abuso y explotación”, dijo Diniz, quien priorizó la atención de esta problemática para proteger el capital humano de la región.

EFECTOS EN LA SALUD El hambre y la malnutrición tienen severos efectos en el desarrollo físico, cognitivo y emocional de la niñez. 

Entre las consecuencias físicas citadas con mayor frecuencia resaltan las enfermedades respiratorias (30%) y las enfermedades diarréicas (25,6%). Esta proporción es mayor entre los niños migrantes. Seis de cada diez niños consultados por World Vision expresaron que el cansancio es la principal consecuencia del hambre. En el caso de los adolescentes, 12% atribuyó al hambre su bajo rendimiento escolar, mientras que esa cifra fue del 7% en los niños que tienen entre 6 y 10 años.

La investigación también evidencia efectos en la salud mental: las niñas y niños de 6 a 10 años son casi dos veces más propensos a sentir tristeza (43%) al pasar hambre que los adolescentes(28%) Los niños y niñas que reportaron inseguridad alimentaria, de acuerdo con la investigación, son dos veces más propensos a sufrir otros efectos en la salud como enfermedades respiratorias e intoxicaciones.  Asimismo, los niños consultados también señalaron efectos en su salud mental. Seis de cada 10 niños y niñas asoció la experiencia del hambre a emociones desagradables como la angustia (40%), la tristeza (32%) y a otras como la rabia, el enojo, la ansiedad, el estrés o la desesperación (7%). Por el contrario, la satisfacción de su derecho fundamental a la alimentación les produce alegría y tranquilidad.

COMIDAS ESCOLARES World Vision también exploró los contextos en donde los niños comen más saludablemente. 73% expresó que siempre o casi siempre comen sano en sus hogares. En contraste, un 30% dijo que pocas veces y 18% dio que nunca reciben alimentos saludables en la escuela.

El 55% de los niños admitió que consume comida chatarra al menos una vez por semana. Además, 64% reconoció que injiere bebidas procesadas de una a tres veces por semana, mientras que una quinta parte (20,2%) las consume más de cuatro veces por semana.

RECOMENDACIONES DE LA NIÑEZ A través de su campaña contra el hambre y la malnutrición, World Vision promueve la implementación de políticas públicas y dotación de presupuestos para asegurar que todo niño, niña y adolescente puedan gozar de su derecho a la alimentación. Los niños y niñas participantes, recomendaron a los gobiernos, entre otros aspectos, implementar programas de asistencia alimentaria en especial para aquellos grupos en situación de vulnerabilidad como las niñas, niños y adolescentes migrantes. Otra recomendación apunta a brindar incentivos económicos como parte de los programas de asistencia alimentaria, tomando en cuenta que el bajo ingreso económico y altos precios fueron identificados como las principales barreras para el acceso a alimentación saludable. Un participante de El Salvador dijo: “sería importante implementar programas de subsidios o incentivos para que familias de bajos recursos puedan acceder a alimentos nutritivos”.

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